Pintar para no olvidar: El grafiti como respuesta a las desapariciones forzadas en México

"El arte urbano se ha convertido en una de las herramientas más poderosas para visibilizar las desapariciones forzadas en el país. "

Arte anónimo con carga política24/03/2025

En muchos muros de México, los rostros de personas desaparecidas aparecen pintados con aerosol, acompañados de frases como “¿Dónde están?” o “Nos faltan”. No están ahí solo como denuncia. Están para resistir el olvido.

El arte urbano se ha convertido en una de las herramientas más poderosas para visibilizar las desapariciones forzadas en el país. En lugar de silencio, las bardas gritan. En lugar de olvido, hay memoria.

Arte desde el dolor, pero también desde la organización
Desde Ayotzinapa hasta colectivos locales de madres buscadoras, muchas de estas expresiones no son obra de artistas convencionales, sino de familiares, amigos o colectivos que encuentran en el grafiti una forma de romper el cerco mediático. A menudo trabajan con plantillas, esténciles o pintura directa en la calle. No importa si el trazo no es perfecto: el mensaje es urgente.

Estas intervenciones suelen surgir de manera anónima por razones de seguridad, pero también porque lo importante no es quién firma, sino a quién se recuerda.

Pintar donde duele
En estados como Guerrero, Veracruz, Tamaulipas o Jalisco, pintar un mural en memoria de una persona desaparecida puede ser un acto peligroso. Aun así, se hace. Las calles se convierten en archivos vivos de la violencia, pero también en espacios de dignidad y lucha.

El muro deja de ser solo un soporte visual: se transforma en un espacio político.

Cuando el arte resiste a la censura
Una de las características del arte urbano es que está en riesgo constante: puede ser borrado por autoridades, tapado por otras pintas o censurado por “limpiar” la ciudad. Por eso, el registro digital se vuelve clave. Fotografías, reels, posts en Instagram o TikToks permiten que ese mensaje viva más allá del muro.

En Paredes con Memoria, creemos que estos registros no deben desaparecer. Porque el arte anónimo también tiene rostro: el de quienes exigen justicia.

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