El arte como guardian de la memoria histórica: una intervención en el olvido

"Las paredes son un lienzo perfecto para el arte de protesta porque representan una superficie accesible a la mayoría de las personas."

Arte anónimo con carga política23/03/2025 Jorge Mezza

En un país como México, donde la historia está llena de luchas, injusticias y reivindicaciones sociales, el arte urbano se ha convertido en una de las formas más poderosas de conservar y transmitir la memoria histórica. En lugar de dejar que el tiempo o el poder oficial borren los recuerdos de los eventos significativos, el arte de protesta se encarga de mantenerlos vivos en las paredes de las ciudades, sobre los muros y en las calles que no se olvidan.

Las paredes son un lienzo perfecto para el arte de protesta porque representan una superficie accesible a la mayoría de las personas. En los muros, los artistas urbanos encuentran un espacio público que trasciende las fronteras de las galerías y los museos. Estas paredes, por su visibilidad, se convierten en el lugar donde se activa la memoria colectiva.

En las zonas más marginadas de la ciudad, el arte en las paredes se convierte en un recordatorio constante de los movimientos sociales pasados y presentes. Los murales sobre la Guerra Sucia, las víctimas de feminicidio o las movilizaciones en defensa de los derechos humanos mantienen viva una memoria que el poder institucional prefiere borrar o silenciar.

El arte urbano como resistencia frente al olvido
Uno de los grandes problemas que enfrenta México, como muchos países con un pasado conflictivo, es el riesgo del olvido. Las generaciones que no vivieron directamente los hechos históricos a menudo pierden el contacto con el contexto que dio origen a las luchas sociales. Y aunque las generaciones más jóvenes son cada vez más activas políticamente, el olvido institucional se mantiene latente.

Es aquí donde el arte urbano juega un papel esencial: hace visible lo invisible. Pinta lo que los medios tradicionales y las instituciones prefieren callar. Denuncia lo que el olvido intenta borrar. Los murales y grafitis no son solo decoraciones, son declaraciones de resistencia, una manera de gritar “no olvidamos” y “no dejaremos que se olvide”.

Ejemplos de esta intervención
En diversas ciudades de México, los muros han sido utilizados para plasmar el rostro de los desaparecidos en la Guerra Sucia, como en Ciudad Juárez, donde los murales se han convertido en un recordatorio de las miles de mujeres desaparecidas. También es común ver imágenes de líderes sociales y activistas que, a pesar de las amenazas y persecuciones, siguen siendo recordados por su lucha incansable.

En el caso de los feminicidios, las paredes se transforman en un lienzo para exigir justicia. Murales con las imágenes de mujeres que han sido asesinadas o desaparecidas se convierten en símbolos de lucha, para que nunca se olvide la violencia de género que sigue marcando al país.

Arte y memoria en tiempos de crisis
El arte urbano también ha sido una respuesta frente a la crisis actual que atraviesa el país. En medio de la violencia, la inseguridad y los desafíos políticos, los artistas han tomado las calles como su espacio para reactivar una memoria histórica que exige justicia y reparación. A través del arte, no solo se recuerda, sino que se hace un llamado a la acción.

Cada mural, cada grafiti, cada intervención tiene una razón de ser: recordar que el dolor no se olvida, que la justicia sigue pendiente y que el futuro puede ser diferente si seguimos luchando.

El anonimato detrás del mensaje
Muchos de estos artistas son anónimos. Algunos se esconden detrás de pseudónimos y otros, simplemente, prefieren no mostrar su rostro. El anonimato en el arte de protesta está vinculado a la necesidad de protegerse. En un país donde las represalias contra activistas y artistas son comunes, el anonimato se convierte en una herramienta crucial para seguir creando sin temor a la persecución.

Este anonimato, sin embargo, no resta fuerza al mensaje. Al contrario, en muchos casos, lo hace más poderoso. La falta de firma permite que el enfoque se centre en el contenido, en la causa, en lo que se busca transmitir. Los murales que invaden los muros de la ciudad no necesitan un nombre para ser reconocidos: son el eco de una lucha histórica, anónima pero profunda.

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