Frases que resuenan: el poder poético de los letreros

“Un cartel no tumba gobiernos, pero incomoda al poder.”

Marchas y protestas25/03/2025

En cada marcha, cada protesta, un letrero tiene el poder de hablar más fuerte que mil voces. Las frases que se alzan en carteles, a menudo escritas con urgencia, se convierten en gritos visuales que denuncian, exigen y movilizan. Estas frases no solo tienen un poder político, sino que también poseen una carga poética que las convierte en herramientas potentes de resistencia.

El poder simbólico de una frase
Una frase, escrita a mano o digitalizada en un cartel, tiene la capacidad de condensar siglos de dolor, injusticia y esperanza en pocas palabras. La brevedad es su fuerza: en un país donde las luchas por la justicia parecen interminables, una consigna puede ser el símbolo de una lucha colectiva. Desde el poderoso “Nos están matando” hasta el desgarrador “No fue suicidio, fue feminicidio”, las frases se convierten en un eco de las voces silenciadas, en símbolos de una resistencia que no se conforma con el olvido.

Frases virales: de la calle a las redes
Hoy en día, las frases que se leen en los carteles de las marchas no solo se quedan en el espacio físico de la protesta. La viralidad de las imágenes en redes sociales amplifica el alcance de esos mensajes, multiplicando su poder. La tecnología ha permitido que la voz de quienes marchan sea escuchada más allá de las calles, y estas frases se transformen en mantras que recorren el ciberespacio.

Una de las frases más contundentes que ha resonado en marchas feministas es el grito de “Ni una menos”. Este lema, que se alzó primero en Argentina y se expandió por toda América Latina, se ha repetido en carteles, en pancartas, en redes sociales, y en cada uno de estos momentos se ha reforzado su mensaje: la lucha contra el feminicidio es urgente, no debe ser ignorada.

Otras frases, como “Nos faltan 43”, aluden directamente a la desaparición forzada de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, un caso que se ha convertido en un símbolo de la lucha contra la violencia estatal y la impunidad. Las palabras se convierten en testigos de un dolor colectivo que persiste a través del tiempo.

La poética de la protesta
Lo que diferencia una buena frase de una simple consigna es su potencial poético. Algunas frases, con su simplicidad y su carga emocional, se transforman en poderosas sentencias que atraviesan la piel. Por ejemplo, el “No fue suicidio, fue feminicidio” expresa no solo una demanda de justicia, sino una denuncia del dolor invisible que acompaña a cada muerte silenciada, a cada vida perdida bajo el peso del patriarcado.

La poesía en las consignas no es solo una cuestión estética; es una estrategia. A través de ellas, el mensaje se transmite de manera más profunda y emocional. La gente se conecta con una consigna no solo porque es relevante, sino porque resuena en su interior, porque habla de algo común, de una experiencia compartida.

Frases como acción simbólica
Un cartel con una frase no solo informa o protesta, también actúa como un recordatorio. En el contexto de una protesta, cuando las voces pueden ser ahogadas por la represión, las frases escritas en carteles se convierten en señales visibles que el poder no puede ignorar fácilmente. Cada palabra escrita es una forma de decir: “Estamos aquí, no nos hemos olvidado”.

Frases como “El estado no nos cuida”, “Queremos paz, no guerra”, o “La tierra no se vende, se defiende” son, más que consignas, actos de subversión. A través de estas palabras, se desmantela la narrativa oficial, se visibilizan las luchas que no tienen cabida en los medios tradicionales, y se desafían las estructuras de poder que intentan silenciar las voces disidentes.

El poder de incomodar
El arte de los letreros en las marchas no tiene la intención de tumbar gobiernos, pero sí de incomodar al poder. Este es su objetivo principal: llamar la atención de quienes miran desde el otro lado de la barricada, sacudir la indiferencia de los observadores. A través de una frase directa, punzante, la protesta logra romper el silencio impuesto y deja una marca que no puede ser borrada con facilidad.

Un cartel con una frase poderosa resuena en la mente del espectador mucho después de que la protesta ha terminado. La frase se queda en la cabeza, se repite, se discute, se transforma en un discurso que no termina cuando la marcha se disuelve.

Un cartel puede no tener el poder de tumbar un gobierno, pero sí tiene la capacidad de incomodar al poder, de desmantelar el discurso oficial y de hacer visible lo invisible. En cada marcha, una frase es más que solo palabras; es una declaración de resistencia, un grito que resuena en las calles, en las redes y en los corazones de quienes luchan por justicia. Porque aunque los carteles sean efímeros, las frases que contienen perduran en la memoria colectiva, transformándose en símbolos poderosos de resistencia política.

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